No soy perfecta; no tengo unos ojos bonitos, una bonita sonrisa, un buen cuerpo. Ni siquiera una personalidad intachable, pero te he amado como nadie te amara y aunque ahora no me hables, no quieras verme, creas que he rehecho mi vida y que no te necesito te pido que te acuerdes de mi, de lo que fuimos, de lo que nunca seremos.
Te pido que si algún día no sé que hacer y te busco vuelvas a formar ese pilar fuerte e inamovible que fuiste alguna vez. Si algún día me pierdo, por no querer luchar contra todos los demonios y fantasmas que habitan en mi interior, te pido que vengas a buscarme. En tus brazos esos temores se disipan.
Si algún día me doy al abandono, te pido que tires de ese cordel rojo invisible que nos mantiene unidas. Si algún día me encuentro en el punto más alto de la ciudad y observo el suelo como una extensión infinita de muerte, te pido que me tiendas la mano y me salves. Si algún día no puedo dormir y recurro a ti en busca de unas palabras de consuelo, de una charla nocturna que amanse la bestia que crece en mi interior, te pido que me cuides, aunque solo sea esa noche.
Te pido, si algún dejo de creer en mi, me dejes creer en ti. Déjame seguir considerándote mi motivo para vivir, para despertarme todos los días, para aguantar otro día más.
Por si algún día dejo de estar en este mundo, y no puedo decirte todo lo que me gustaría haberte dicho, déjame decirte lo único que necesitas saber. Te quiero.
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