24 de julio de 2016

Cuatro Años



No sé por qué ni como, pero llevo amándote cuatro años.
Recuerdo cuando te veía todos los días, esa maravillosa sensación que tenía al cruzarme contigo en los pasillos, la cantidad de hormigas que correteaban por mis nervios cada vez que sonreías, los millones de minutos que habría pasado a tu lado esos dos años si hubiera podido.
Recuerdo, vagamente, como me enamoré de ti; mientras hablabas. Me enamoré de ti mientras hablabas, de absolutamente todo, y descubrí poco a poco que eres la mujer más inteligente que he conocido nunca. Me fascinabas. Me fascinas. Aún me pones nerviosa aunque no estés aquí, ¿sabes?
Me gustaría poder decirte todas las veces que he soñado dormida y despierta con llegar a casa y que estuvieras allí esperándome, sentada en el sofá leyendo, corrigiendo exámenes, en la cocina esperándome para comer. He soñado muchísimas veces con ir corriendo y enterrarme en tus brazos, sonriendo o llorando, abrazarte hasta sentir que mi corazón y el tuyo laten a la vez.

He llegado a llorar noches enteras por pasar meses sin verte, porque tu ausencia golpea demasiado fuerte mi pecho cuando me quedo sola, en mi cama. En días que no puedo dormir pienso en ti y el insomnio que me mantiene los recuerdos en la primera capa de mi subconsciente y que crea ríos de lagrimas en mis ojos, desaparece.
He llorado hasta caer rendida abrazada a la almohada deseando poder quererte y teniendo en mente todo lo que ha retrocedido mi vida en el ultimo año... necesito verte, hablar contigo, ver esa sonrisa que fue el pilar fundamental de mi vida durante los dos años más increíbles de mi existencia, sentir que todo lo que siento es real y que tú estás ahí, que no eres solo un sueño.




No hay comentarios:

Publicar un comentario