30 de agosto de 2015

Outside




Creo que nunca saldré de aquí,
del vacío profundo que me rodea cada vez que estoy sola,
de las dudas y del miedo a perder algo que no tengo,
que nunca he tenido
y nunca tendré.


Algún día conseguiré explicar lo que lucho por seguir aquí.



25 de agosto de 2015

100




Llevaba tres años sin verla...




que alguien me saque de aquí.












—¿Estás bien?
— Sí.

Y no sé cuantas veces he tenido que responder a esta pregunta en los últimos días, no sé cuantas veces tendré que responderla en la próxima semana, supongo que unas cuantas. 
Estoy bien, para mi estoy bien, estoy perfectamente, no tan feliz como debería ni tan alegre como soléis verme, pero estoy bien, estoy aquí ¿no?, hablando con vosotros, riéndome a vuestro lado, soltando mis avispados comentarios de siempre. Estoy aquí.




10 de agosto de 2015

Una muerte perezosa




Había deseado abandonarla desde el momento en que desapareció de su vida, pero decidió que sería muy cruel e hipócrita actuar como había actuado ella; así que se quedó, en silencio. Se quedó pero no se calló su opinión ni sus ideales, siempre fue sincera.
Ya que ella había desaparecido tendría la oportunidad de exprimir todo lo que no fue capaz de sacar en su momento.
Y así pasaron días, semanas, meses, hasta un año. Cuando el tiempo sobrepasó el año decidió que era hora de intentar materializar algo que había desaparecido hacía tanto tiempo y, al intentarlo, una pequeña luz volvió a brillar pero ninguna de las dos se atrevió a agrandarla, ya fuera por tiempo o ganas, la pequeña luz siguió brillando en algún lugar, escondida entre los recuerdos de un pasado doloroso.
Siguieron pasando los días, las semanas y los meses, hasta que los actos se convirtieron en consecuencias y esa pequeña luz se apagó, arrasada por un tsunami que no dejaría nada a su paso.
El tsunami limpió heridas, cerró las pequeñas brechas que había en la tierra, selló las cicatrices que llevaban tanto tiempo amenazando con volver a abrirse. Llegó hasta la pequeña luz y sin ningún tipo de resistencia ésta se apagó, dejando un fino hilo de humo.

Así que ya veis; una historia de abandono, de tiempo y al final, de destrucción, en este pequeño fragmento que nada tiene que envidiar a los grandes textos que en otros tiempos estuvieron en la fila de este perdido y olvidado blog.




«La desdicha es muy variada. La desgracia cunde con las más diversas formas en la tierra. Desplegada por el ancho horizonte, como el arco iris, sus colores son tan variados como los de éste, a la vez tan distintos y tan íntimamente unidos». — E. A. Poe (1809 - 1849)

9 de agosto de 2015

Compatibilidad Literaria



Es una de esas personas que tiene en cuenta que los puntos son solo signos de puntuación, que no indican enfado ni malestar, que son el final imprescindible de una frase, de un fragmento, de una historia. Todo acaba en un punto.
Es una de esas personas con las que puedes sentarte a tratar temas trascendentes como si fueran minucias, como si el hecho de tratar ese tema lo convirtiera en un acto totalmente humano, a pesar de tratar cosas que se escapan por completo a la humanidad.

"Y así fue como mi corazón dejó de latir por tus palabras,
y como mi alma negra se volvió blanca al escuchar tus respuestas.
Sus ojos, con forma de corazón, ahora laten con fuerza,
y su corazón, que es el ojo de su alma, respira aliviado por la presencia de su amado", 

susurramos entre los dos, por turnos, completando lo que el corazón del otro lanzaba al fuego.
Quizás he encontrado a mi otra mitad literaria, quien sabe, quizás he encontrado eso que siempre me falta, ese arranque de filosofía que siempre necesito.





Olor a verano




Olía a crema. Se pasaba el verano con la piel tostada y oliendo a crema de sol, a mar y a luz. 
Su vida cambiaba completamente cuando acababan las clases y tenía libertad total. Sin obligaciones ni tareas sus días los pasaba en la terraza, con los altavoces encendidos deleitando sus oídos con las canciones que en ese momento estuvieran en la lista de reproducción.
Se levantaba tarde, desayunaba poco, echaba un vistazo por su ventana y descubriendo que el sol volvía a brillar se ponía la parte inferior del bikini de palmeras negro, su camiseta dos tallas más grande y se dejaba caer en la tumbona tras echarse el protector solar.
Alguna vez bajaba por la cueva hasta la cala, donde nadie la molestaba, donde se bañaba desnuda en el agua cristalina, donde nadaba con peces y con suerte se cruzaba con algún delfín porque sí, en verano abundaban los delfines en ese lado de la costa. En aquellos momentos, en aquellos meses, ni siquiera se molestaba en ponerse sujetador, era un estorbo innecesario.
En la civilización, de vuelta a las clases, a la vida cotidiana, debía vestir de cierta manera pero, ¿allí?, allí no, allí la parte inferior del bikini y esa camiseta era todo lo que necesitaba.


Así que olía a crema, a mar, a sol y a verano.


8 de agosto de 2015

Ese Experimento sin Nombre




Dijeron que seriamos parte de un experimento del que nunca oímos hablar, del que no sabíamos nada. Experimento que ni siquiera nombraron. Tan solo dijeron que vendrían a por nosotros, que un día conoceríamos lo que era el paraíso y vivir. 
En aquella época sobrevivíamos, los cinco nos dedicábamos a pasar los días entre berridos a un micrófono que pedía auxilio cada vez que intentabas dar una nota alta y el garaje de Key donde hacíamos danzas improvisadas sin demasiada coordinación.
Un día de tantos las conocimos y entonces todo cambió, empezamos a vivir.

Recuerdo como fue aquel mes.
Nos escapamos a un inmenso bosque intentando cambiar nuestra rutina tan molida y allí nos las encontramos, saltando entre las raíces de los árboles. Fue una suerte encontrarlas porque en nuestro afán por escapar de nuestra cotidiana vida de verano nos habíamos perdido en un terreno que no conocíamos.
No tardaron en percatarse de nuestra presencia y sonrientes nos invitaron a bailar con ellas. No hace falta decir que no tuvimos que pensar demasiado para aceptar la oferta. Perdidos o no, estábamos en buena compañía. Nosotros cinco y esas cuatro maravillosas mujeres.
Todavía no me puedo creer que fuera real y no un sueño. Tenéis que creerme cuando os digo que eran una delicia, eran como un año completo; el sonido de las hojas al caer en Otoño, el frío invernal del Invierno, la brisa cálida de la Primavera y el ardiente sol del Verano.

Encontramos una carretera, fue una de las chicas la que levantó el pulgar y en menos de un minuto estábamos riéndonos en la parte trasera de una furgoneta. Les hablamos de nuestra vida de garaje y micro cerrado. Nos suplicaron oírnos cantar y vernos bailar y tras media hora de debate tuvimos que ceder. Bailamos allí mismo, en la parte trasera de la furgoneta, mientras cruzaba la ciudad. Las chicas aplaudieron entre risas y alabaron nuestra poca sincronización. No cantamos, al menos no entonces, eso vino poco después.
La furgoneta nos dejo frente a un supermercado y tuve la brillante idea de ir a aquel local, a ese que los cinco conocíamos, sí, a ese. Llenamos un carro de cerveza y nos perdimos en la noche, en las risas, en la compañía y en alegría de habernos perdido en el bosque. Aquellas chicas nos dieron la vida, nos devolvieron la sonrisa e, irónicamente, bailaron con nosotros. De alguna extraordinaria manera conseguimos coordinarnos y aquellos movimientos desordenados que parecían sacados de épocas totalmente diferentes empezaron a encajar.
Si os lo preguntáis; sí, cantamos, pero no solos. Una de las chicas empezó tarareando una melodía y poco a poco se le unieron las otras tres voces restantes, creando un buen ambiente entre cerveza y risas. Tuvimos que hacerlo, y fue Tae, acompañado de Minho, quien empezó, suave como ellas, esperando a que nos uniéramos a él.
Está vez las chicas no se rieron, simplemente acabaron la canción y aplaudieron dándonos empujones por saber utilizar nuestra cuerdas vocales para algo más que contar chistes malos.

Pasaron tantas cosas aquel mes, vivimos tantas cosas junto a nuestro año particular que nos olvidamos por completo de ese experimento del que nunca oímos hablar, del que no sabíamos nada, del que por saber, no sabíamos ni su nombre.



3 de agosto de 2015

Saco la Basura por Escrito



Os quiero presentar a Sara. Esta chica lleva dos años escribiendo un poemario y ahora ha recurrido a ciertos bloggers o gente que escribe para conseguir que dicho poemario salga a la luz y lo podamos encontrar en las librerías.
Os podría contar todo lo que sé de ella -que es bien poco- pero es mejor que os deje directamente con ella y que sean sus palabras y sus respuestas las que os inviten a conocer a esta extraordinaria chica.

Celsius 232, 2015



El Celsius es un festival de terror, fantasía y ciencia ficción que se hace en verano durante el mes de Julio/Agosto. Es un festival que junta literatura y televisión en el norte de España, en Asturias. Todas sus ediciones se han hecho en La Casa de la Cultura de Avilés.
Durante cuatro días (?) el festival acoge a escritores, lectores, editores, actores y actrices, cosplayers y publico de todas las edades de manera que las charlas, las firmas de libros, las entrevistas y la convivencia sea lo más amena posible.

2 de agosto de 2015

Un año hacía delante




Hace un año por estas fechas decidí volver a blogger, retomar mi vieja afición de inspirarme en música, en fotos, en autorretratos, en pintura y en la vida para sacar todo aquello que las lágrimas no pueden decir.
¿Un año?, ¿tan poco?. Sí, ese es el tiempo que Testamento de Papel lleva funcionando "regularmente" y el tiempo que llevo en esta aventura tan personal -que no siempre sentimental-. El número de años que yo lleve en blogger es diferente pero son muchos, muchos más.
Es curioso que este escribiendo esta entrada porque gracias a mi faceta de despistada ni me habría fijado pero hace un par de días, mirando las nuevas entradas que han colgado otros bloggers vi una respecto a un aniversario, y me di cuenta de que realmente yo no sabía cuando había empezado este despropósito así que dediqué cinco minutos a ver que fecha tenía la primera entrada de este blog.

Quiero darles las gracias a ciertas personas en concreto que han sabido ayudarme a seguir adelante desde que las conozco, que se han convertido en una pequeña parte de mi vida, una parte de la que no puedo desprenderme.
Señorita Emilia y señorita Vit(amina), de todos los reivindicantes sois con las que más trato tengo, posiblemente a las que más quiero y a las que más les debo.
No tengo palabras para daros las gracias, para deciros lo que significáis para mi, lo mucho que habéis hecho desde que entré dando saltos cual culo inquieto y aunque sea el aniversario del blog me veo en la obligación de rendiros un pequeño homenaje por la cantidad de inspiración que me da hablar con vosotras y leeros, juntas o por separado.

Muchas cosas han pasado en este año, muchas de ellas increíbles pero otras tantas decepcionantes y dolorosas. A pesar de todo y con todo, repetiría un año más con la certeza de que la gente que he conocido en este año de travesía estará en el siguiente, y que año tras año tendré que agradeceros haber aparecido en mi vida.

Así que, pequeñas mías, la Madre Pera se despide esperando teneros aquí un año más, y seguir creciendo con el fin de emocionar a más y más gente.




Por otro año más,









Una bicicleta amarilla casi blanca




A los dieciocho años se dio cuenta de que sus idas y venidas parecían sacadas de la vida de una protagonista en una película estadounidense.
Vivía en uno de los barrios residenciales a las afueras una gran ciudad, en una casa de planta baja, con su padre, su madre y un perro que hacia las labores de hermano pequeño.

Su vida era simple; durante el invierno, el otoño y parte de la primavera se dedicaba a sus estudios, sacando buenas notas para encontrar la manera de salir de ese barrio e irse a la gran ciudad de la que provenía su madre, Nueva York. 
Durante el verano su vieja bicicleta amarilla casi blanca con manchas rojas era todo el transporte que tenía y junto con ella su vestimenta habitual; los pantalones cortos blancos, la camiseta de tirantes con motivo azteca, la chaqueta vaquera que había cogido a su padre hacía años y las playeras desgastadas que aguantaban verano tras verano, carrera tras carrera, la acompañaban a casa de su vecina y mejor amiga.
En esa casa disfrutaban del pecado del alcohol y el tabaco que tan prohibido tenían, se bañaban en la piscina e iban a la cima del acantilado para que el novio de su mejor amiga bateara pelotas a la inmensidad del mar y reventará las botellas de cerveza que ellas ya se habían bebido contra la madera astillada de su viejo bate.
Mientras él disfrutaba de su entretenimiento personal ambas chicas bailaban y se movían sin ningún tipo concreto de patrón, y en más de una ocasión se lanzaban miradas de reojo con una sonrisa tímida pero fuerte, una sonrisa que solo conocían ellas dos.

Y así pasaban los veranos; maravilladas por el sol, bailando sin música, bebiendo cerveza, bateando bolas, chapuzones en la piscina y miradas furtivas que dejaban ver mucho pero no decían nada.
Hasta que un día esas miradas se convirtieron en actos, en besos, en caricias y en palabras, hasta que un día esas miradas se transformaron en te quiero. 
Aquella tarde cuando volvía a su casa en la bicicleta amarilla casi blanca que la acompañaba todos los veranos pintó en sus labios la última sonrisa que ella le había dedicado.