6 de septiembre de 2016

Perfectas Extrañas






Dime que me quieres una vez más,
que tienes ganas de verme,
que te produce escalofríos mi forma de mirarte.
No conozco otra forma de mirarte.

Déjame decirte una vez más que te quiero,
que tengo ganas de verte,
que me produce escalofríos tu forma de mirarme.
¿Conoces otra forma de mirarme?

Pasemos noches enteras hablando,
de todo lo que podría ser y no es,
de todo lo que eres para mi y no puedo demostrar,
de todo lo que soy para ti y nunca me dirás.

Quizás somos perfectas extrañas,
y quizás esto no es para siempre,
pero quizás podamos estar juntas,
porque somos humanas






y no necesitamos una razón.



25 de agosto de 2016

Ensoñaciones




hoy me he despertado llorando,
susurrando tu nombre a la oscuridad de mi habitación,
esperando ver esa sonrisa cuando abriera los ojos.

he echado de menos algo que nunca he vivido;
la calidez de dormir contigo,
tus besos por las mañanas,
tus manos por dentro de mi camiseta provocandome escalofríos.

¿cómo puedo echarte de menos?

supongo que los anhelos a veces se apoderan con tantísima fuerza de nosotros
que dejamos de distinguir que es real, y que ha sido sólo un sueño.

porque tengo recuerdos de haber dormido contigo,
de tus besos por las mañanas,
de tu sonrisa socarrona cuando me pillas desprevenida mirándote.

y sé que no es real, que no son reales,
que son recuerdos de las innumerables veces que he soñado contigo.



Improbable pero...




¿y si me enamoro de ti?
¿qué pasaría si me enamoro de ti?, dime;

es posible, ¿qué hago entonces?
no puedo enamorarme de la nena buena de sonrisa pícara.


¿y si te enamoras de mi?,
¿que pasaría?, dime;

improbable pero, ¿romperias tus valores por amor?





Algo que no os conté



Sabéis que soy muy despistada y no hace falta que os recuerde que se me olvidan las cosas, así que no os extrañará saber que el 2 de Agosto éste blog hizo dos años y yo no dije nada.

Pues sí, hemos hecho dos años de risas y lágrimas, de situaciones que apetece poco comentar y de cosas de las hablaría horas porque a pesar de que a muchos no os conozco y parece que tengo la maldición del eterno 95, leer vuestros comentarios (cuando os da por comentar) hace que me guste llevar diez años en Blogger y seguir escribiendo.

No tengo mucho más que decir, sólo dar las gracias a todos aquellos que en algún momento habéis gastado cinco minutos en leer algún texto, reflexión o historia; espero que podamos hacer más años (y que me acuerde en fecha).




29 de julio de 2016

Celsius 232, 2016




Aquí estamos otro año más, ¿quien lo diría? 
El año pasado colgué la "crónica" -más bien comentario de una experiencia- sobre el Celsius 232 2015 que podéis leer aquí -si os interesa- porque fue algo completamente nuevo para mi; éste año no es nuevo, pero sigue siendo igual de emocionante.

El año pasado asistí al Celsius, un festival de fantasía, ciencia ficción y terror que se celebra en mi tierra, Asturias, concretamente en Avilés. Sólo fui un día, el sábado -el Celsius siempre empieza en martes y acaba en sábado-, y aún así conocí gente increíble que a día de hoy quiero muchísimo y sólo veo en éstas ocasiones y, ¡efectivamente!, éste año las vi de nuevo.
Además de, como he dicho antes, reencontrarme con gente que hacía un año que no veía desvirtualicé a cierto grupito de gente a los que he cogido un cariño incalculable en apenas unos meses, así que pasé el Celsius entre la gente que conocí el año pasado, el grupo con el que yo iba y éste grupo al que desvirtulicé -y con los que pase la mayoría del Celsius posiblemente-.

El Celsius no sólo sirve como escusa para ver a aquellas personas que viven al otro lado de la Península, también te acercan a escritores increíbles que todos los años hablan con nosotros dentro y fuera de las conferencias dispuestos a enseñarnos un pedacito de ellos que no aparece en los libros.
Éste año podría decirse que yo fui al Celsius en bragas en cuanto a lecturas se refiere; mi único referente fijo eran Iria y Selene, autoras de "Alianzas" y "Sueños de Piedra" (que en nada sale su segunda parte; "Títeres de la Magia", ahí lo dejo), así que me encontré con un serio problema al llegar a las charlas esos cuatro días y enamorarme perdidamente de autores como Ana González, Cotrina (lo sé, ya me han pegado por no haberle leído todavía), Abercrombie (también me han pegado y mirado mal por no haberle leído), Gabriella Campbell, Álvaro García, Morán, etc, etc, etc. Además de dejarme completamente enganchada en sus charlas y meterme las ganas de leer sus respectivos libros, ¡es que son gente muy MUY maja!

El año pasado ya descubrí que lo mejor que tiene el Celsius es que escritores y lectores nos mezclamos y se crea un ambiente que he visto en pocos sitios, pero éste año ha superado con creces las ya altas expectativas que tenía; a ver cuantos lectores han tenido la oportunidad de irse a cenar con un par de autoras que les encantan o han pasado la tarde hablando de libros, editoriales y procesos creativos en una terraza tomando algo junto a autores reconocidos a nivel nacional... pues no muchos, ¿verdad?, ¡pues esto es lo que hace el Celsius y la magia de Avilés!


24 de julio de 2016

Cuatro Años



No sé por qué ni como, pero llevo amándote cuatro años.
Recuerdo cuando te veía todos los días, esa maravillosa sensación que tenía al cruzarme contigo en los pasillos, la cantidad de hormigas que correteaban por mis nervios cada vez que sonreías, los millones de minutos que habría pasado a tu lado esos dos años si hubiera podido.
Recuerdo, vagamente, como me enamoré de ti; mientras hablabas. Me enamoré de ti mientras hablabas, de absolutamente todo, y descubrí poco a poco que eres la mujer más inteligente que he conocido nunca. Me fascinabas. Me fascinas. Aún me pones nerviosa aunque no estés aquí, ¿sabes?
Me gustaría poder decirte todas las veces que he soñado dormida y despierta con llegar a casa y que estuvieras allí esperándome, sentada en el sofá leyendo, corrigiendo exámenes, en la cocina esperándome para comer. He soñado muchísimas veces con ir corriendo y enterrarme en tus brazos, sonriendo o llorando, abrazarte hasta sentir que mi corazón y el tuyo laten a la vez.

He llegado a llorar noches enteras por pasar meses sin verte, porque tu ausencia golpea demasiado fuerte mi pecho cuando me quedo sola, en mi cama. En días que no puedo dormir pienso en ti y el insomnio que me mantiene los recuerdos en la primera capa de mi subconsciente y que crea ríos de lagrimas en mis ojos, desaparece.
He llorado hasta caer rendida abrazada a la almohada deseando poder quererte y teniendo en mente todo lo que ha retrocedido mi vida en el ultimo año... necesito verte, hablar contigo, ver esa sonrisa que fue el pilar fundamental de mi vida durante los dos años más increíbles de mi existencia, sentir que todo lo que siento es real y que tú estás ahí, que no eres solo un sueño.




26 de mayo de 2016

¿Cómo?



Sólo era una ruptura más, una perdida más, una sonrisa que nunca volverían;
una ciudad con nombre, unas calles con recuerdos, canciones que nunca volveré a escuchar.
Sólo era otro golpe, otra herida abierta, otro "adiós";
un olor peculiar, unas costumbres, unos cuantos kilómetros.

Sólo era eso, se suponía que debía ser sólo eso... pero nunca se queda ahí.



No sé cómo voy a vivir ahora, qué voy a hacer con mi vida. Cada historia está marcada por nuestra vida personal, por los fallos y los errores que no podemos solucionar, que nunca sabremos por qué salieron mal, ¿donde tropezamos?, ¿en qué me equivoqué?, ¿en qué fallé?

No sé como decirte que aún tengo el poemario, ese que escribí para ti.
Tengo el anillo que me regalaste, y el llamador de ángeles que juraste nos haría estar más cerca; ambos han vuelto a la pequeña bolsita de terciopelo de donde salieron.

¿Sabes qué tengo también?; un montón de cenizas, de cartas que nunca te envié y quemé.
Las tenía metidas en una caja, y la caja entera ardió en la playa el día que te olvidaste de mi.

Tengo tarros llenos de lágrimas, una almohada llena de maquillaje;
miles de mensajes escritos que jamás recibirás.

Miles de mensajes que te decían una y otra vez que te echaba de menos, que te quiero.
Miles de mensajes que juraron amarte el resto de mi vida; hasta que la muerte nos separe.
Miles de mensajes que intentaban enseñarte que podías confiar en mi.
Miles de mensajes en los que te amé como nunca he amado a nadie.

Algunos los recibiste; otros jamás los verás.




Despedazado





Lo hice lo mejor que pude; o eso creo.




Quizás cai demasiadas veces en lo mismo; en las mismas excusas, las mismas mentiras, la misma trampa... una y otra vez. Quizás te amé demasiado; quizás te amo demasiado aunque ahora, ¿qué más da?

Tú por un lado, yo por otro, en una punta del país cada una; sin cruzarnos por la calle en un instante incomodo, sin mensajes que no van a obtener respuesta, sin esforzarnos por levantar algo que esperamos se mantenga roto.


Sí, me alegro de que esté roto, de que por fin se haya acabado el tira y afloja que abrió una profunda herida en quien soy; o quien creía que era. Y me alegro porque la distancia duele pero, en éste caso, jugará a nuestro favor; hará el papel de madre protectora, junto al tiempo, y yo dejaré de quererte en algún momento no muy lejano y tú dejarás de verme como la chica inofensiva y frágil que siempre creíste que era.

No soy una flor, no soy frágil ni débil, no necesito que me protejan ni esperen de mi que me porte bien; tengo mal carácter, soy cruel, fría, insolente y respondona; no obedezco a nadie, no escucho ni hago caso, me rijo por mis pensamientos y mi ética, y no necesito que nadie intente ocultarme la realidad. 



A pesar de lo que siempre creíste; no soy ciega.



¿Verdad?



Pensé en qué momento me enamoré de ti, en que instante comenzaste a ser algo más que una chica que me acogió durante un fin de semana y, ¿sabes qué?, recordé algo de aquel fin de semana, ha pasado casi un año y nunca podré olvidarlo; un momento entre partidos tirados en el césped artificial. 

Te habías quitado la camiseta, estabas echada boca arriba aprovechando que había nubes y el sol no quemaba la piel, y no recuerdo por qué motivo me incliné sobre ti, y, en algún momento, me quedé ahí, en esa escena en pausa. 

Fue la primera vez que te dije que tienes unos ojos preciosos y por algún motivo creo que ahí me enamoré de ti. Y pensé en cuanto podría resistir sin decírtelo, a todas horas, sin cortes ni publicidad; aquí y ahora, ojalá hubiera tardado más, ojalá me hubiera callado, ojalá no hubieras venido a agarrarme para que no me fuera, ojalá no me hubieras pedido que hablásemos.

He llorado mares al toparme con tu ausencia al llegar a casa, anhele encontrarte acurrucada entre las sábanas cada vez que entraba en mi habitación cuando ya ha caído la noche. Deseé, tanto, verte sentada en el sofá con tus apuntes sobre las rodillas, concentrada estudiando, sólo para poder abrazarte por detrás y molestarte. Ya no viviremos juntas, ¿verdad?



Me enamoré tantísimo de ti que olvidé el mundo entero por estar contigo, por cinco minutos más de conversación, por media hora escuchando tu voz, por una hora solas, tú y yo. Y, como siempre, no sirvió de nada; las chicas como tú, la clase de mujer que tú eres, no se enamora de una niña como yo. 



Nadie quiere una niña triste.




Adiós


Se acabó, ¿verdad?, nunca dimos para más. Me hiciste ilusiones, desde que no conocimos, me hiciste creer que algún día podría ser; que podríamos ser. He cometido muchos errores durante mi corta existencia y nunca me he arrepentido de pensar, decir ni sentir lo que sentía. Me enamoré de ti y fue error suficiente, puedo presumir de no haberme creído que tenía posibilidades. 

Sí, lo admito, hubo días que me imagine mil veces contigo, de ser en plural, pero fui lo suficiente cauta y desconfiada para no mantenerme en un estado de ensoñación eterno. Sigo creyendo que hiciste todo lo que hiciste, que me enseñaste todo aquello de ti que necesitaba, que me diste justo lo que yo quería; hasta que me enamoré de ti, hasta que te quise como nunca he querido a nadie.

Y ahora mírame, aquí, llorando noche tras noche, deseando escapar de cada una de las espinas que fuiste clavando en mi. Me he pasado las noches llorando en un intento de librarme del hielo que ha empezado a entrar en mi corazón. Intento, con todas mis fuerzas, evitar convertirme en la persona que detesto. Quiero evitar que desaparezca lo que soy. Y, esto; lo has hecho tú.







28 de enero de 2016





"¿a qué velocidad tengo que vivir para volver a verte?"
— 5 centímetros por segundo


Fue en ese momento, ¿sabes?, cuando nos cruzamos por primera vez.
Ahí supe donde yacía la eternidad.

Eras sólo un sueño, un dulce y constante sueño,
y supongo que me enamoré de ti justo al conocerte,
como si llevara esperándote toda una vida.

Y sigo enamorada de ti,
después de todo éste tiempo aquí sigo,
llorando letras que suspiran tu nombre.
No tengo forma de hacértelo saber.

Siempre he sido una cobarde,
demasiado asustada como para hablar contigo,
como para decirte que eras preciosa,
como para besarte cuando te tenía cerca.

Siempre he sido una cobarde,
y ahora no sé si tendré otra oportunidad.
Una oportunidad de decírtelo al fin.

Que te quiero.






14 de enero de 2016

Recomponer


Te pido que me recompongas.

A veces algo inexistente se rompe por la mitad,
te rompes por la mitad y te quedas a medias, sola,
tumbada sobre el banco frío mirando las estrellas.

Es lo único que se mantiene estable
y ni siquiera te puedes encomendar a ellas,
porque hasta las estrellas desaparecen durante el día.

Así que te lo pido a ti,
ven y recomponme.



10 de enero de 2016

Dos palabras, cinco letras





Hoy he llorado mares al toparme con tu ausencia al llegar a casa, sigo anhelando encontrarte acurrucada entre las sábanas cada vez que entro en mi habitación cuando ya ha caído la noche. 
He tenido que calentar la cama yo sola y con lágrimas en los ojos he cogido el móvil y te he mandado el mensaje que jamás creí que te mandaría.



"Lo siento, siento que cuando te despiertes tengas que leer esto y no el buenos días de siempre.
Espero que me perdones pero he pasado una noche tan perfecta, tan increíble, que por un momento me he olvidado de que existes, de que estás acurrucada en tu cama a tantos, y tantísimos kilómetros de mi. Me he olvidado de ti hasta que ha sonado la primera canción que me cantaste, hasta que he visto algo que ha hecho resonar en mi cabeza un rápido ¡sácale una foto, le encantará!.
Y cuando ha vuelto tu sonrisa a mi memoria, tu mirada de fuego y hielo, el sabor de tus labios, la dulzura de tu olor, tu carácter como un huracán y tu personalidad de bombón de licor me han temblado las rodillas al recordar que quizás, uno de esos fines de semana que podemos pasar un poco más cerca, sea el último.
Me quedé sola en medio de la plaza, cuando todos se habían ido poco a poco, cuando me despedí de los últimos que quedaban y me alejé con la intención de volver a casa pero me detuve, y así quedé sola con las sombras del alba danzando entre los inmensos árboles que bordean mi camino a casa.

Me quedé sola y pensé en ti; pensé en como nos conocimos, en los nervios de vernos por primera vez aunque aún no sentía nada por ti, ¡ni por asomo! Sí, aquella vez estaba nerviosa, porque ibas a ser un pilar fundamental para mi vida desde ese preciso momento y yo no lo sabía; al fin y al cabo sólo era un fin de semana. 
Pensé en qué momento me enamoré de ti, en que instante comenzaste a ser algo más que una chica que me acogió durante un fin de semana al otro lado de la Península y, ¿sabes qué?, recordé algo de aquel fin de semana, un momento entre partidos tirados en el césped artificial que marcó lo que sentiría por ti durante mucho, mucho tiempo.
Fue la primera vez que te dije que tienes unos ojos preciosos y por algún motivo creo que ahí, en ese preciso instante en el que estábamos solas tú y yo rodeadas de gente, me enamoré de ti.

Pensé, de pie en esa plaza, en cuanto podría resistir sin decírtelo, a todas horas, sin cortes ni publicidad. No tarde mucho en averiguarlo porque al llegar a casa y ver la cama vacía agarré el móvil para escribirte esto, para pedirte que no lo olvides nunca; te amo".






9 de enero de 2016

A 800km




Lo admito, me jode.

Me jode las noches y los días,
el sueño y los despertares.
Me jode que no estés aquí.

Me jode saber que no estás,
que hay kilómetros que nos separan,
que mi nombre no es el único en la baraja.

Me jode que mi nombre no sea el único en la baraja,
y nunca te lo diré, porque no tengo derecho,
porque no me debes nada.
Yo te lo debo todo.

Me jode saber que quizás sea la última noche,
la última noche que te quedes hablando conmigo,
la última noche que tengamos para nosotras.

Me jode que pueda ser el último día,
las últimas horas antes de que alguien
pueda nombrarte lo que yo no puedo,
pueda presumir de lo que yo no presumo,
de lo que no tengo razón para presumir.

Muchos dirán que puedo, que debo,
que es cuestión de decisión y no de opción.
Dirán que vale más la voluntad que la distancia.




Como se equivocan.