10 de enero de 2016

Dos palabras, cinco letras





Hoy he llorado mares al toparme con tu ausencia al llegar a casa, sigo anhelando encontrarte acurrucada entre las sábanas cada vez que entro en mi habitación cuando ya ha caído la noche. 
He tenido que calentar la cama yo sola y con lágrimas en los ojos he cogido el móvil y te he mandado el mensaje que jamás creí que te mandaría.



"Lo siento, siento que cuando te despiertes tengas que leer esto y no el buenos días de siempre.
Espero que me perdones pero he pasado una noche tan perfecta, tan increíble, que por un momento me he olvidado de que existes, de que estás acurrucada en tu cama a tantos, y tantísimos kilómetros de mi. Me he olvidado de ti hasta que ha sonado la primera canción que me cantaste, hasta que he visto algo que ha hecho resonar en mi cabeza un rápido ¡sácale una foto, le encantará!.
Y cuando ha vuelto tu sonrisa a mi memoria, tu mirada de fuego y hielo, el sabor de tus labios, la dulzura de tu olor, tu carácter como un huracán y tu personalidad de bombón de licor me han temblado las rodillas al recordar que quizás, uno de esos fines de semana que podemos pasar un poco más cerca, sea el último.
Me quedé sola en medio de la plaza, cuando todos se habían ido poco a poco, cuando me despedí de los últimos que quedaban y me alejé con la intención de volver a casa pero me detuve, y así quedé sola con las sombras del alba danzando entre los inmensos árboles que bordean mi camino a casa.

Me quedé sola y pensé en ti; pensé en como nos conocimos, en los nervios de vernos por primera vez aunque aún no sentía nada por ti, ¡ni por asomo! Sí, aquella vez estaba nerviosa, porque ibas a ser un pilar fundamental para mi vida desde ese preciso momento y yo no lo sabía; al fin y al cabo sólo era un fin de semana. 
Pensé en qué momento me enamoré de ti, en que instante comenzaste a ser algo más que una chica que me acogió durante un fin de semana al otro lado de la Península y, ¿sabes qué?, recordé algo de aquel fin de semana, un momento entre partidos tirados en el césped artificial que marcó lo que sentiría por ti durante mucho, mucho tiempo.
Fue la primera vez que te dije que tienes unos ojos preciosos y por algún motivo creo que ahí, en ese preciso instante en el que estábamos solas tú y yo rodeadas de gente, me enamoré de ti.

Pensé, de pie en esa plaza, en cuanto podría resistir sin decírtelo, a todas horas, sin cortes ni publicidad. No tarde mucho en averiguarlo porque al llegar a casa y ver la cama vacía agarré el móvil para escribirte esto, para pedirte que no lo olvides nunca; te amo".






2 comentarios:

  1. Ay, cielo, cómo puedes escribir así. Así de puro, así de bonito... Así de roto.

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    1. Porque no sé escribir de otra manera y lo sabes, sabes que no sé escribir si no estoy rota por mil esquinas y las heridas supuran.

      Me alegra que te guste Vit.

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